domingo, 27 de septiembre de 2009

Lo concreto y lo etereo

Acabo de leer una nota de Horacio Verbitsky y una de Eliseo Verón. Veo por un lado que hay una repetición de las mismas consideraciones entre los artículos de opinión que se oponen a la ley. Y por el otro, entre los que están a favor, siempre encuentro nuevos argumentos y puntos de vista, en particular encuentro que se focalizan en puntos concretos y los analizan.
La nota de Verbitsky tiene una primer parte que gira alrededor de los argumentos legales que se le hace a la ley. Y luego los refuta en forma concreta y documentada. Luego sigue con una consideración sobre la influencia de los medios en la sociedad y el punto de inflexión entre la relación Clarín-gobierno. Y termina con una pequeña reseña histórica sobre el proceso mediante el cual, parafraseando a los genios de marketing de TN "1800 cables y varios canales 'desaparecieron'". Esta ultima parte me hizo recordar de mi tan querido "Cablin" y me acordé que Morgado era conductor de ese canal.

La nota de Verón es mas académica. La cuestión de fondo es la que ya se ha dicho mil veces "los K son malos, autoritarios y están atacando al grupo Clarín". Pero en el caso de Verón es justificable que haga este análisis ya que Verón es un semiologo, con lo cual es natural que haga un analisis de los significados.

Es importante recalcar, que un análisis de significado es en mayor o menor medida subjetivo. Y mas alla del enfoque académico, y la prosa que recuerda a un libro de filosofía, el contenido concreto no es nada que no se haya dicho y escrito miles de veces en forma mas chapucera (ver Joaquín Morales Solá o Silvina Walger en un post anterior)

Algunos puntos para destacar:
  • [Darle el dinero a los pobres no ocurrió] y los 600 millones de pesos fueron usados para pagar a la AFA:
    • Este es el viejo argumento que esconde los supuestos de que el fútbol es un negocio que da perdida. Yo no tendré una prosa tan refinada como la del semiólogo, pero se notar cuando se esgrime un argumento pedorro que ya fue criticado. Veremos que pasa en unos años, cuál es el saldo del negocio del fútbol cuando se hayan vendido las licencias, publicidad y demás. Por ahora, es un simple golpe de efecto.
  •   a los componentes del tercio privado sin fines de lucro (comunidades, entidades no gubernamentales, sindicatos, etc.) difícilmente se los puede imaginar adoptando actitudes de crítica hacia un gobierno que les ha otorgado la explotación de ciertos medios, y la liberación de numerosas licencias permitirá colocar en el tercer tercio, comercial privado, a buen número de aliados actuales y potenciales del kirchnerismo.
    • Acá el semiólogo abandona toda pretensión de explicación y simplemente tira el cliché de "se van a quedar con los medios" sin mas. No trata de analizar la autoridad de aplicación, o considerar los mecanismos precisos mediante los cuales un gobierno corrupto podría coercionar a los licenciatarios. El postula "difícilmente se los puede imaginar" y "permitirá [beneficiar a muchos aliados] actuales y potenciales del NK" y deja el resto a la imaginación del lector. Seguramente un lector convencido pueda llenar los blancos de este razonamiento con mil fantasías y expectativas, pero uno esperaría que el rol de un analista es analizar, y no estimular la imaginación.
  • Todo discurso es sintomático y el de Cristina Kirchner no escapa a esta regla.
    • Supongo que el lector promedio del diario Perfil entiende perfectamente lo que esa frase significa.
  • Considerados en sí mismos, nadie puede estar en desacuerdo con estos principios, que son la base de las legislaciones que reglamentan el campo de los medios de comunicación en la mayoría de los países “centrales” y particularmente en los países de la Unión Europea, cuya legislación fue ampliamente utilizada por los redactores de la ley aprobada en la Cámara de Diputados. Pero es un grave error olvidar que las consecuencias de la aplicación de una ley no pueden ser evaluadas sin tomar en cuenta la cultura política del país en que se la discute y las metodologías que se ejercitan desde el Ejecutivo.
    • El problema de esta frase es doble. Primero por ser una falacia de ataque ad-hominem, luego de este párrafo se procede a explicar que el gobierno tiene malos motivos para impulsar la ley. Yo digo que si bien el fin no justifica los medios, los medios tampoco refutan el fin. Podemos atacar todo lo que se quiera los motivos ulteriores de la presidenta y como hace las cosas, pero eso en ningún momento es una refutación de la ley en si. (mas allá de algún punto concreto que se pueda llevar a la justicia o se pueda demostrar violatorio de las reglas de juego de la democracia)
    • El segundo problema de esta frase es que se centra, básicamente, en argumentar que no somos un pais Europeo. No explica específicamente las diferencias entre la cultura política de Argentina y un pais Europeo (también lo deja a la imaginación del lector), pero algo es claro: los problemas de la cultura política de este pais no van a terminar con este gobierno ni con el siguiente, con lo cual es poco constructivo utilizar ese argumento para refutar los puntos objetivos de una ley.  Porque se desprende de allí que para tratar esta ley tendríamos que tener un sistema de políticos probos e interesados por el bien común, un acceso libre a la información y una visión clara y no parcial sobre el asunto.  O sea, no podríamos sancionar la ley nunca.
  • Lo que hay que entender es que estas tres lecturas se adicionan, y que el proceso político en curso (como todo proceso político-social) es multidimensional. Focalizarse en los contenidos ideológicos del proyecto, descuidando las otras dimensiones (todas las intervenciones de la señora presidenta han estado destinadas a empujar en esa dirección) es precisamente caer en la trampa de la metodología kirchnerista. Ese parece ser el caso de los socialistas –si hacemos de su actitud la evaluación más benévola posible, a saber: que han sido políticamente ingenuos.
    • Acá el escritor parece olvidar que además de los contenidos ideológicos y los contenidos "de otras dimensiones" (o sea, consideraciones propias del escritor que apelan a millones de argumentos aledaneos), además de esos puntos, están los puntos concretos, objetivos y numéricos de la ley. El intelectual se pierde en sus propias consideraciones y llega a una conclusión que olvida lo fundamental en una acción: los resultados concretos y materiales que de ella se desprenden. Quizá sea esto una deformación profesional. No lo se.
    • Por lo tanto, hay una evaluación mas benévola que la que hace el escritor sobre el voto socialista. Esta evaluación es considerar que han incurrido en el pragmatismo de votar una ley que corresponde cuantitativamente (además de ideológicamente) con su propio parecer y con las leyes que ellos mismos han defendido en el pasado. Esto es todo lo contrario a ser ingenuo. Ser ingenuo sería, luego de varios intentos fallidos de promover una ley de la democracia, frenar el avance de esta ley argumentando que "algo huele mal". Algo siempre va a oler mal en este país lamentablemente.
En la oposición, todos se han vuelto un poco semiólogos con este gobierno. Tratando de analizar los significados detrás de cada discurso, acción o gesto de la presidenta y el ex presidente. Pero no olvidemos que mas allá de los motivos ulteriores, están los hechos concretos.
Y en ese juego, muchos fallan en explicar de que manera concreta esta ley puede llegar a ser usada por el  gobierno, para en el plazo de 2 años tomar las riendas de las telecomunicaciones argentinas y utilizarlas a su favor. Fallan en explicar como un gobierno con una reputación en descenso puede lograr en 2 años crear y aceitar una maquinaria que le llevó al grupo Clarín 30 años de construcción, para luego llevar a cabo su supuesto plan de ser reelectos en las próximas elecciones, sin encontrar en el camino ninguna oposición de parte de diputados, senadores, jueces, partidos políticos opositores. En todo este juego etéreo de argumentaciones, retórica e "hipnopedia" (gracias Verbitsky) se olvidan dar dos pasos al costado y analizar lo concreto y material.

lunes, 21 de septiembre de 2009

El espejo

Hoy leí un articulo en un blog que me dejó pensando

A mi me parece interesante el concepto de que las propuestas son generalmente universales, porque corresponden a lo que el político cree que los votantes piden. La campaña de un político en tiempo de elecciones es una épica creada por un asesor de marketing. El político en tiempo de elecciones es un espejo de las esperanzas del electorado.

Es así, que votar por "propuestas" puede ser un acto de vanidad: Una persona puede cometer el error de votar al candidato que mejor refleja sus expectativas, sin tener en consideración lo razonable de sus expectativas o qué tan probable es que sean satisfechas. Por esto es mas importante ver el desempeño de los candidatos en actos concretos fuera de campaña que la campaña en si.

Me parece que hay algo que está perdido (si es que alguna vez lo hubo) en el proceso democrático, y es el uso de la información. No parece haber en la población una necesidad de datos concretos. Los programas políticos actuales, por ejemplo, son mas bien una serie de entrevistas y encuestas. Las notas periodísticas se enfocan mas en el lado humano de los hecho, lo subjetivo, que en el contexto cuantitativo. En esta situación, no es extraño que un candidato apoye su campaña en lo general y ambiguo mas que en lo concreto.

Internet, y estoy consciente de que esto es un cliché, es una herramienta que puede mejorar notablemente el acceso a la información. Las redes sociales y los blogs permiten desenterrar en forma eficiente los cadáveres que cada político con trayectoria tiene en su haber. Uno podría soñar con un sitio utópico de internet que permita obtener un CV "no autorizado" de cada político, o una serie de links para adquirir un contexto sobre una determinada situación. Es en parte esa idea que me llevó a escribir este post.

Pero hay una ingenuidad en ese concepto. Porque lamentablemente, en cierto modo no es tan importante la posibilidad de acceder a la información si no hay voluntad de utilizar esa información. La vanidad es la excesiva confianza en la propia capacidad. Y una persona que es vana intelectualmente, no siente la necesidad de buscar la información fuera de su propia persona. A una persona vana le basta con su ser y un espejo para poder tomar todas las decisiones.


domingo, 20 de septiembre de 2009

2090

¿Que significa el consenso? Si yo no puedo ceder a mi enemigo sin que sea puesta en duda mi integridad y se me acuse de estar cooptado.

¿Que significa consensuar? Si no puedo otorgar sin que esto sea visto como un signo de debilidad, una marcha atras, un mero "juntar voto".

Por qué esa contradicción de gritar a cuatro vientos, y de forma espontánea, "Alguien tiene que ceder", salir a la calle a clamar "alguien tiene que ceder", pero nunca ceder.

Son épocas como estas en las que me siento desesperanzado. Veo como la opinión de personas que se supone que deben iluminar sobre la realidad se tiñe de una antiintelectualidad trágica, que tilda de "monos y progres" a quien da su voto sincero. Un párrafo después de vanagloriarse de la deshonestidad de discutir las personas antes que las ideas. Sin siquiera detenerse a explicar ningún tipo de afirmación, por mas increíble que sea, justamente porque la credibilidad es hoy en día una cuestión meramente subjetiva.

Estamos en una época donde las leyes ya no se discuten por sus artículos, si no que se discuten con nombre y apellido y esgrimiendo consideraciones y argumentos infalsables. Los artículos de opinión periodística son un trabajo de construcción Ptolomeica, que apelan a lo que sobreentiende (pero nunca se demuestra), a lo que no se define (pero se repite hasta el hartazgo) y a lo que no puede ser refutado (y sin embargo se lo considera intelectualmente honesto, por alguna magia de la retórica).

Mi teoría es que estamos gestando una neolengua. Donde dialogar significa "callar"y ceder significa "resistir". Donde la oposición solo puede oponerse, y el que acompaña solo puede ser cómplice. Donde la magnitud de la evidencia necesaria disminuye proporcionalmente a la magnitud de la afirmación esgrimida.

Un país donde no se admiten los principios, solamente las alineaciones.

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